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Pequeñas anécdotas de viaje ( 2ª parte)

Estado

                                                Pequeñas anécdotas de viaje (2ª parte).

Un viaje de Peso, en viaje en Sept places.

Imaginaos dos chicas blancas, recién aterrizadas en un aeropuerto del África negra por primera vez en la vida, pero con la misma ilusión y entusiasmo de cada viaje, las cuales pensaron que con los momentos vividos con los Taxistas en el aeropuerto no eran suficientes, y decidieron continuar la ruta.

Sí, ahí estábamos Estela y yo, en un inmenso «aparcamiento» o «gare» como realmente lo llaman ellos.

– ¡Waw! ¿Y ahora qué? ¿Cuál será el coche?

No tengas miedo, no sufras un ataque de pánico, no te eches a llorar, no seas una nenaza y grites ¡socorrooo, mamá sácame de aquí!, siempre encontrarás un ángel de la guarda (eso sí, de color negro) que sepa llevarte y guiarte entre esa locura de lugar justo al que tú necesitas llegar, incluso os acompañará si se lo pides a comprar una botella de agua para el siguiente trayecto ;).

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¡Nuestro Buga! ¡Oh Yeah!

Viajar por Senegal, ¡C’est différent!  claro cuando desde Madrid lees que tendrás que compartir coche, que el coche no partirá hasta que se llene, ynegociarás el precio del  trayecto duramente, más por ser blanco ( algo muy lógico ). Si puede que te llegues a hacer una ligera idea de cómo puede ser.  Pero lo que yo no me pude imaginar jamás de los jamases, es cómo sería ese primer trayecto en sept places desde Gare Maraichers hasta Mbour. Lee el resto de esta entrada

Pequeñas anécdotas de viaje (1ª parte)

Estado

Allí estábamos, en Senegal, concretamente en Mbour, recién llegadas, con las mochilas a la espalda, de noche, desorientadas, sin saber francés, avanzando como podíamos sobre aquel suelo arenoso en busca de nuestro hotel. Andamos y andamos, y a pesar del cansancio de los vuelos de ida desde Madrid, y el trayecto de taxi compartido desde Dakar, solo teníamos sitio para el buen humor, bueno y un poquito de hambre también…Contemplábamos el panorama, nos mirábamos sin perder el ritmo de los pasos, y solo nos salía reír.

A veces te observas desde fuera y compruebas que todo es tan surrealista que se convierte en magia. En este caso magia caída del cielo en forma de chico que conducía un coche y que se ofreció a ayudarnos llevándonos hasta nuestro alojamiento, por dios. Sí, lo hacía por dios, fue lo que más comprendimos ya que también fue lo que más repitió, en varios idiomas además.

¿Nos fiamos o no nos fiamos? Duró solo un instante la duda: nos fiamos. Pero ninguna de las dos se quiso poner delante con él. Quizá esa era nuestra particular manera de mostrar que, oye, a lo loco no íbamos.

Si bien es verdad, que cuando se equivocó de camino y nos metió por una carretera oscura alejándonos de la dirección de destino nos asustamos un poco…, pero nada que no se arregle con abrir la puerta en marcha y decir no no no!!: El chico preguntó de nuevo el nombre del alojamiento y nos llevó correctamente hasta asegurarse que nos abrían la puerta y nos recibían sin problemas. A continuación recordó que nos había ayudado por dios (que quedara muy claro), y se marchó.

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Que le vamos hacer, a veces nos cuesta cargar con la mochila 😉

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