Pequeñas anécdotas de viaje (1ª parte)

Estado

Allí estábamos, en Senegal, concretamente en Mbour, recién llegadas, con las mochilas a la espalda, de noche, desorientadas, sin saber francés, avanzando como podíamos sobre aquel suelo arenoso en busca de nuestro hotel. Andamos y andamos, y a pesar del cansancio de los vuelos de ida desde Madrid, y el trayecto de taxi compartido desde Dakar, solo teníamos sitio para el buen humor, bueno y un poquito de hambre también…Contemplábamos el panorama, nos mirábamos sin perder el ritmo de los pasos, y solo nos salía reír.

A veces te observas desde fuera y compruebas que todo es tan surrealista que se convierte en magia. En este caso magia caída del cielo en forma de chico que conducía un coche y que se ofreció a ayudarnos llevándonos hasta nuestro alojamiento, por dios. Sí, lo hacía por dios, fue lo que más comprendimos ya que también fue lo que más repitió, en varios idiomas además.

¿Nos fiamos o no nos fiamos? Duró solo un instante la duda: nos fiamos. Pero ninguna de las dos se quiso poner delante con él. Quizá esa era nuestra particular manera de mostrar que, oye, a lo loco no íbamos.

Si bien es verdad, que cuando se equivocó de camino y nos metió por una carretera oscura alejándonos de la dirección de destino nos asustamos un poco…, pero nada que no se arregle con abrir la puerta en marcha y decir no no no!!: El chico preguntó de nuevo el nombre del alojamiento y nos llevó correctamente hasta asegurarse que nos abrían la puerta y nos recibían sin problemas. A continuación recordó que nos había ayudado por dios (que quedara muy claro), y se marchó.

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Que le vamos hacer, a veces nos cuesta cargar con la mochila 😉

Cuando hago un viaje con Rosa, las dos solas, y más aún si es fuera de Europa, estas pequeñas anécdotas son lo que más acabo recordando. Quizá por la intensidad, por la compenetración de saber lo que piensa la otra, y por la sensación de estar verdaderamente viviendo aventuras. Por ejemplo, del viaje a Senegal tenemos muchísimas, ya que no solo nos pilló en una temporada de estar «graciosillas» las dos (la risa dicen que siempre es el mejor método de escape) si no también porque este país se prestaba a ello.

Además sea dicho que valorando a la vuelta algunos de los viajes, hemos llegado a la conclusión que debe haber unos seres poderosos, llámalos dioses o espíritus de los viajes, que nos protegen en cada escapada.

Un saludito para ellos por si leen esto 🙂

img_0011Este no fue nuestro transporte, pero también nos hubiera valido

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Sanas y salvas desayunando al día siguiente en el hotel.

 

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