Mi «mes de la sinceridad»

Estado

A principios del pasado mes de Octubre decidí aplicar a mi vida un plus de sinceridad para poder comprobar cómo afecta en el día a día esta forma de ser tan apreciada, al parecer, por la gente, pero que en mi cabeza mostraba ciertas dudas a la hora de calificar como buena o mala dicha actitud.
Decidí comenzar con “tacto” ya que no es lo mismo ser sincero con un amigo, que con un desconocido, o incluso con tus jefes, asique meditaba mis palabras antes de soltarlas para decir verdades comedidas.
Quería descubrir si de verdad a la gente le gusta que se sea sincero al tratarles y, a parte de encontrarme con algo que ya sabía, que cada persona es un mundo y que en según qué situaciones les gusta o no, me llevé alguna que otra sorpresa. Por ejemplo pensaba que en el trabajo no iba a ser muy positivo este cambio, pero teniendo control y siendo educado se consigue que se te tome más en serio, muestra más tu caracter, tus ideas claras (y creo que no ha sido solo casualidad).
Con desconocidos realmente da igual ser sincero o no porque no llegan a descubrir cómo son en verdad las cosas, ahí solo influye el peso de tu conciencia cuando después lo analizas.
Con la gente cercana (amigos, familia…) acaba convirtiéndose en un arma de doble filo.En ocasiones son bastante valoradas las palabras sinceras, se agradecen y sirven para estrechar lazos, abres tu corazón dejando atrás vergúenzas y miedos, y esto además de ser liberador para uno mismo, te une más a las personas que quieres. En otras ocasiones quizá la solución sea callar si no quieres mentir, o quizá soltar algunas de las llamadas “mentirijillas piadosas” para no herir los sentimienmtos de tu gente o los tuyos propios incluso; hay veces que aunque todos sepamos la verdad no necesitamos escucharla. Hay que saber diferenciar las distintas situaciones, y al final de estos casos, aunque no hayan salido de tu boca a raudales certezas, también te sientes bien de haber ayudado a calmar a quien tienes enfrente.
Lo más curioso que he descubierto en este mes son sin duda estas tres cosas que a continuación destaco:
La primera que lo más dificil es ser cien por cien sincero con uno mismo.
La segunda que, lejos de lo que yo pensaba, el actuar de cara y siendo sincero demostrable con la gente no crea un halo de verdades en el ambiente, es decir, es llamativo observar que cuando hablas a alguien de una manera agresiva la respuesta suele ser del mismo modo, sin embargo con la sinceridad no ocurre igual, el que tú lo seas no implica que lo vayan a ser contigo.
Y la tercera: crea adicción y cada vez es menos controlable. Es como todos los casos que escuchamos de gente que miente compulsivamente, empezando poco a poco hasta llegar a un extremo en el que ya no mandan ellos, solo que a la inversa. Comencé mi comprobación siendo sensata con mis palabras, analizando las situaciones y a las personas a las que me iba a dirigir, pero con el paso de los días me iba saliendo más espontáneo, más de dentro, no pensaba mucho qué decía ni a quién, solo me mantenía fiel a mis pensamientos. Y así no funciona, no se puede ir soltando cada cosa que se piensa.
Como conclusión de mi reto he sacado en claro que los polos extremos no son buenos ni siquiera en las cosas buenas, que hay que ser justos con el interior de cada uno para nivelar la conciencia, pero también hay que ser justos y consecuentes con el mundo que nos rodea, con lo que un término medio de verdades sin mentir es el punto adecuado de sinceridad que pienso llevar a cabo el resto de mi vida.

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