Llueve, y con la lluvia se van esos días de sueños al sol y vuelve la melancolía hasta que cuerpo y mente se acostumbren a esta nueva sensación. Buscar el calor, encontrar los abrazos, perderse…
La imaginación se funde con el gris del cielo y atrae el arcoiris. Los ojos brillan, las manos tiemblan, el reloj se para hasta la primavera.
Volar y continuar, preparar el nuevo año, nuevas espectativas, nuevos retos.
Mi ansia de viajar se mantiene, no le afectan los cambios de afuera, vive muy dentro, es parte de mí.
Rutas, horarios y precios se simplifican cuando hay deseo, cuando la fuerza de escapar se une a la de explorar, cuando el conocer bombea tu sangre; no hay sitio para el temor, solo siento como esa energía me llena y casi sin darme cuenta vuelvo a reír, a sentir alegría, a soñar bajo el sol.